No demasiado deprisa: 170 palabras por minuto

Hablar demasiado deprisa y dar muchos datos complejos es la fórmula perfecta... pero para perder la atención de quienes nos escuchan. La capacidad de atención disminuye con el pasado de las horas, bien lo saben nuestros profesores, por ello las pausas y el dinamismo en la clase son muy importantes. Pero la velocidad con la que nos explicamos, también. No porque los alumnos no nos entiendan literalmente, sino porque pierden la atención y terminan por no seguirnos. Un estudio de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) determina que la velocidad de habla adecuada para que nuestro mensaje llegue con claridad es de entre 170 y 190 palabras por minuto.



El estudio también revela que, cuando los datos son complejos, debemos explicar un poco más despacio, y cuanto más simples, un poco más rápido, de ahí la horquilla entre 170 y 190 palabras por minuto. No se trata de que llevemos un cronómetro encima ni mucho menos, pero sí de que seamos conscientes que tenemos que ponérselo fácil a quien intenta escucharnos y eso lo lograremos siendo dinámicos, variando nuestra velocidad y utilizando pausas. A más de 210 palabras por minuto, dice el estudio, provocamos en el oiente una "sobrecarga cognitiva" que termina con el abandono en su intento de seguirnos. En los medios de comunicación lo vemos muy claro, una información dada demasiado deprisa nos pierde, no la entendemos, y mucho menos si nos muestra datos, estadísticas o conceptos que no conocemos, como hacemos en clase.

Más consejos para lograr la atención de los alumnos en clase:

1. Empieza la clase con un gancho de interés para el alumno. Con una pregunta que intentaréis resolver, con una frase o cita relacionada con la lección que llame su atención o subrayando lo que serán capaces de hacer al final de la hora. En definitiva, comenzar con un incentivo.

2. Estructura bien las clases. Intenta que la clase no sea solamente una explicación magistral. Combina las explicaciones con ejercicios dinámicos que impliquen necesariamente al alumno, para que abandone el papel de sujeto pasivo. Necesitará seguir la clase con atención puesto que le pedirás su intervención y así tú podrás comprobar, además, que te sigue sin dificultades. Si las tiene, las detectarás más rápidamente.

3. No des todas las respuestas. Pregunta durante la lección. En lugar de: "hoy vamos a explicar cómo construir un texto argumentativo", qué tal si empezamos con "No estoy de acuerdo con que no se pueda ir sin camiseta en la calle, en verano hace mucho calor. Y tú?". Piensa en un tema que motive al alumno para que empiece a darte sus argumentos y de ahí, corrije y empieza a trabajar sobre el texto argumentativo, tipos de argumento, como ordenarlos, etcétera.

Y recuerda, sé dinámico. En tu discurso, y en la estructura de la clase. La mitad de la atención de nuestros alumnos, depende solamente de nosotros.

Foto Licencia Creative Commons: Helga Weber
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